El conflicto Israel–Palestina es uno de los más complejos y prolongados de la historia contemporánea. Sus orígenes se remontan a finales del siglo XIX, cuando el movimiento sionista impulsó la emigración judía hacia Palestina, entonces habitada mayoritariamente por árabes musulmanes y cristianos.
Tras la Primera Guerra Mundial, Palestina quedó bajo el mandato británico, y en 1917 la Declaración Balfour prometió un “hogar nacional judío”. La tensión creció hasta que en 1947 la ONU propuso dividir el territorio en dos Estados.
Israel aceptó, pero los líderes árabes lo rechazaron. En 1948, Israel proclamó su independencia, desencadenando la primera guerra árabe-israelí y el éxodo palestino conocido como Nakba. Más tarde, en 1967, Israel ocupó Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, territorios que aún hoy están en el centro del conflicto.