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El sorprendente e inesperado lazo que une al Papa León XIV con Teruel

Desde el primer momento en que el Papa León XIV apareció ante el mundo, un detalle en su vestimenta ha despertado la curiosidad de fieles y expertos. Sobre su pecho, una cruz antigua y cargada de significado ha generado preguntas y rumores. ¿Qué historia esconde este símbolo? ¿Por qué es tan especial para el nuevo pontífice? La respuesta, inesperadamente, nos lleva hasta la ciudad de Teruel.

Redacción - 10/5/2025
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En cada nuevo pontificado, los detalles cuentan. Los gestos, las palabras y hasta los objetos personales del Papa se convierten en pistas para entender su visión y su mensaje. Con León XIV no ha sido diferente. Desde su primera aparición en el balcón central de San Pedro, la cruz que cuelga sobre su pecho ha llamado la atención de todos. No es una cruz cualquiera: su diseño, su antigüedad y la forma en que el Papa la porta la convierten en un objeto lleno de misterio.

Durante días, han circulado teorías sobre el origen y el significado de esta cruz. Algunos han hablado de reliquias, otros de promesas personales o de símbolos de unidad. Sin embargo, pocos imaginaban que la clave de este enigma se encontraba en una ciudad española, lejos del bullicio vaticano: Teruel.

La historia comienza a desvelarse cuando se descubre que la cruz de León XIV no es solo un adorno litúrgico, sino un relicario. En su interior, cuidadosamente protegidas, se encuentran diminutas reliquias de santos que han marcado la vida espiritual del Papa. Entre ellas, una destaca por su carga histórica y emocional: una reliquia del beato Anselmo Polanco, obispo mártir de Teruel.

Anselmo Polanco, agustino como el propio León XIV, fue nombrado obispo de Teruel en 1935, en vísperas de la Guerra Civil española. Su vida estuvo marcada por la entrega a los más necesitados y por su firme defensa de la fe en tiempos convulsos. Cuando la ciudad fue sitiada, Polanco decidió permanecer junto a su pueblo, a pesar del peligro. Capturado y encarcelado, fue finalmente fusilado en Pont de Molins en 1939. Sus restos, tras ser quemados, descansan hoy en la catedral de Teruel, y su memoria sigue viva en la ciudad gracias a un monumento esculpido por Juan de Ávalos.

El Papa León XIV, al portar esta cruz, lleva consigo no solo la memoria de un mártir, sino también un mensaje de esperanza y coraje. La cruz es un puente entre el pasado y el presente, un recordatorio de que la fe y la valentía pueden transformar la historia. Así, el misterio de la cruz se convierte en un símbolo de unión entre Roma y Teruel, entre la Iglesia universal y la memoria de quienes supieron ser luz en tiempos de oscuridad.

En definitiva, la cruz de León XIV es mucho más que un objeto litúrgico: es un relicario viviente, un testimonio silencioso y poderoso que une a un Papa con la historia de Teruel y con todos aquellos que, como Anselmo Polanco, supieron darlo todo por su fe.

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